MIP: una alternativa climáticamente inteligente

Don Gregorio Vásquez es un pequeño productor de papa de La Esperanza, Intibucá, Honduras, quien es socio de una cooperativa de la zona occidental del país, que comercializa este producto agroalimentario entre los principales supermercados y negocios de comidas rápidas.

Uno de los problemas que enfrenta don Gregorio es la plaga conocida como “gallina ciega” en su cultivo de papa, que es un gusano que vive debajo de la tierra y le come la raíz a la planta, disminuyendo su producción, sus ingresos y la seguridad alimentaria de su familia.

Ante estas pérdidas, don Gregorio decidió buscar otras soluciones alternativas al uso de plaguicidas. Decidió probar productos biológicos que enferman a los insectos y que controlan las plagas sin afectar el ambiente y la salud.

Asesorado por un técnico, experimentó en una parte de su parcela el uso de unos animalitos vivos llamados nematodos, producidos por la Universidad Zamorano. Los utilizó en forma de insecticida denominado “Nemapower”. Hizo hasta cuatro aplicaciones del producto en su cultivo.

Tomó muestras del suelo cada semana para ver cómo el producto biológico controlaba la plaga, notando después una disminución importante del daño de la plaga en su parcela. “De 18 gallinas ciegas por planta que tenía en mi parcela de papa, llegué a reducir la plaga en un 90 por ciento”, afirma don Gregorio.

Después de comprobar los resultados de su experimento, comparado con el uso de plaguicidas químicos, don Gregorio se dio cuenta de una reducción sustancial del uso de agroquímicos y sus costos de producción, al aplicar enemigos naturales para controlar la plaga, lo que representó un alivio en sus ingresos y una producción sostenible y amigable con el ambiente.

MIP: Una alternativa inteligente

Don Gregorio incorporó a su finca uno de los métodos de control que forman parte de la estrategia de Manejo Integrado de Plagas (MIP), como es el control natural o biológico. En agricultura se conoce el MIP como una estrategia que usa una gran variedad de métodos complementarios: físicos, mecánicos, químicos, biológicos, genéticos, legales y culturales para el control de plagas, causando el mínimo daño posible a la naturaleza, las personas y las plantas.

Para los expertos, el MIP supera el viejo concepto de erradicar o exterminar todos los insectos del campo de cultivo. En cambio, se busca mantenerlos en un nivel de población que no ocasione daños. Adicionalmente, el MIP emplea un enfoque preventivo, es decir, la realización oportuna y adecuada de buenas prácticas agrícolas.

En Honduras y los países vecinos de la región centroamericana se han implementado programas y proyectos exitosos de MIP con el apoyo de la cooperación internacional, universidades, ONGs e instituciones agrícolas.

El cultivo en macrotuneles es una práctica de agricultura protegida que contribuye a controlar plagas y enfermedades

Esos programas han promovido tecnologías principalmente preventivas para reforzar el principio de que en MIP es mejor prevenir que reaccionar. Se pasó de estrategias de control curativo a estrategias de manejo preventivo. Se dio un fuerte impulso al control biológico, promoviendo bioplaguicidas como alternativas de control ambientalmente amigables.

Según el especialista en fitoprotección de la Universidad Zamorano, Rogelio Trabanino, Honduras gasta aproximadamente 80 millones de dólares anuales en importación de plaguicidas químicos para el control de plagas. Como alternativa ecológica e innovadora, el MIP tendría un impacto enorme en la economía de Honduras, la salud de los productores, la seguridad alimentaria de la población y la protección del medio ambiente.

“El agricultor ha estado acostumbrado a hacer aplicaciones químicas y cuando termina, espera que todas sus plagas estén muertas. Sin embargo, los mercados nacionales como internacionales están demandando cada vez más productos sanos, sin residuos químicos”, explica el especialista.

El uso de plaguicidas químicos presenta un fuerte arraigo cultural como obstáculo, por los que programas MIP que fomenten el uso de plaguicidas alternativos menos tóxicos, contribuyen a reducir contaminación y accidentes laborales. Todo apunta a que se tiene que cambiar la forma de realizar el control de plagas y la necesidad de aplicar buenas prácticas que promueve el MIP.

Un menú de buenas prácticas

Hoy en día el control de plagas y enfermedades ha tomado un papel muy importante en la producción agrícola para tener alimentos más sanos, que se apeguen a las buenas prácticas agrícolas. Las plagas producen daños económicos que implican disminución en la producción, reducción en el valor de la cosecha e incremento de los costos de producción.

En MIP, el análisis agroecológico es la principal herramienta para tomar decisiones sobre el manejo de plagas y del cultivo. Consiste en analizar las relaciones ecológicas entre insectos (plagas y benéficos), clima y el cultivo, para determinar las acciones a seguir.

El monitoreo de las plagas y enfermedades es fundamental para el buen funcionamiento de un programa MIP. En ese sentido, es importante conocer los hábitos tanto del insecto plaga como la correcta identificación de la enfermedad.

Adicionalmente, el MIP se basa primeramente en la prevención e incluye varias estrategias de control, entre ellas el control natural o biológico, cultural, legal, mecánico y, el químico, como última alternativa.

Control Biológico

El control biológico es uno de los componentes de mayor importancia dentro del manejo integrado de plagas y enfermedades y se define como la suma de acciones emprendidas para favorecer la acción de parásitos, depredadores y patógenos, en el control de insectos plaga.

Nematodos entomopatógenos controlando la Gallina Ciega, plaga del suelo.

Incluye la producción y diseminación en masa de enemigos naturales en un cultivo, como parasitoides y depredadores para combatir a los insectos plaga, sin afectar el medio ambiente y la salud del productor; por ejemplo, las mariquitas que reducen el número de pulgones. Puede aplicarse aumentando la población de depredadores en su hábitat primario o importando especies desde otras regiones.

Control Cultural

Involucra las diferentes prácticas de manejo agronómico realizadas a lo largo del ciclo del cultivo con el objetivo de reducir al máximo el desarrollo, reproducción y desimanación de una plaga o enfermedad, entre los que destacan: la utilización de variedades resistentes, el buen manejo de densidades de población, las podas, la rotación de cultivos, el manejo de las fechas de siembra, la eliminación de residuos de cosecha y fumigación con productos biológicos, entre otras.

Control Físico / Mecánico

Esta opción de manejo integrado de plagas consiste en realizar labranza para destruir malezas, huevos y larvas; cobertura de malezas para evitar que sigan creciendo, privándolas de luz solar; o la eliminación manual de las mismas, entre otras prácticas.

Legal

Está relacionado con todas las disposiciones oficiales, realizadas por los gobiernos de los diferentes países para evitar la introducción de especies exóticas a ecosistemas, pues presentan un riesgo potencial de convertirse en una nueva plaga o enfermedad en la región o país. Esto es posible mediante controles aduanales y el establecimiento de cuarentenas para diversos cultivos.

Este concepto también aplica para el manejo y eliminación de focos de infestación de plagas y enfermedades, mediante el establecimiento o reordenamiento de fechas de siembra, cosecha y destrucción de residuos de los cultivos.

Control Químico

Se considera como el último escalón en un programa MIP. Su uso se presenta cuando ya se han aplicado todas las alternativas anteriores y el desarrollo de la plaga o enfermedad representan un problema grave. La utilización de los productos químicos se debe hacer de forma precisa, reduciendo los efectos de resistencia de las plagas.

La Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), a través del Proyecto Integral de Desarrollo Rural y Productividad, conocido como ProOccidente, promoverá el enfoque de manejo integrado de plagas y enfermedades como una opción, que combina una serie de tecnologías y buenas prácticas agrícolas climáticamente inteligentes para incrementar la productividad y fortalecer la seguridad agroalimentaria de la población.